He decidido escribir hoy en lugar de mañana por varias razones, primero porq hoy tengo tiempo, mañana no lo tendré y segundo porque siento la vena escritora que se activa y quiero aprovecharla. Desde el lunes estoy dándole vueltas a todolo que quiero contar y todavía no está muy aterrizado pero "ahi se va" diría un amigo.
El viernes a las 11.00pm me encontraba celebrando el cumple de un amigo, y en mi cel tenía varias llamdas perdidas y varios mensajes de una amiga.-"Vamos mañana a repartir desayunos a la gente del terremoto?"
-"Claro, si mi carro entra yo le llego"
-"Sí, fijo sí. Salimos 5am de Yaohan"
-"Ok,listo."
12 horas después mis ojos lloraban, ante el humo incesante de la cocina de leña y al saber que estaba en una zona devastada. Inclusive recordarlo ahora me eriza la piel porque nadie sabe lo que es perder todo...hasta que le toca. Redundante, sí, pero muy cierto. Uno
cree que con ver las escenas en tele uno tiene idea de la magnitud del desastre, pero no es hasta estar AHI y escuchar las historias de los rescatistas y miembros de las brigadas de trabajo, que uno realmente entra en conciencia que MILES de personas perdieron TODO: casa, pertenencias, trabajo, familia, futuro, sustento, literalmente TODO.
En una odisea que sólo se explica a la luz de la gracia divina, llegamos hasta el puesto 12 de control de Vara Blanca. Eramos los únicos civiles en ese puesto de operaciones, rodeados por más de 200 personas de la CNE, Cruz Roja, ICE, Policía, Tránsito, brigadas de rescate voluntarias de todo el país y hasta los medios de comunicación instalados ahí. Entramos al salón comunal para dejar lo que teniamos preparado, para darnos cuenta que una humilde pareja de Grecia de Alajuela estaba cocinando SOLA para toda esa gente en cocina de leña.
-"¿Uds están solos?"-"Sí"
-"¿Ocupan ayuda?"
-"Ay si mamita, por favor, viera que montón de gente que viene y estamos sólo nosotros 2"
OK, aquí nació la brigada de Comunidad El Camino, y lo que luego se llamaría Restaurante El Camino.
Cocinando con leña, ahumados hasta no poder más y con los ojos rojos, preparamos arroz, frijoles, macarrones, salchichón, pinto, salchichas, tortas de huevo, sandwiches, fresco, café, arroz con atún, arroz con pollo, LO QUE FUERA con tal de alimentar tantísimas bocas ansiosas de comida en medio de una labor desgarradora.
-"Viene una olla de macarrones ya preparados"
-"Pongala por aquí, de por sí ya casi todos comieron"
NADA DE ESO, en eso nos avisaban que venían 30 personas de cuadraciclos que no habían almorzado, o un grupo de la Fuerza Pública, o de la Cruz Roja o de quien fuera, así nos pasó con la olla de macarrones, con los gallo pintos con huevo y salchicha y con los platos de arroz con atún: llegaban en el momento preciso.
-"Traigo unos pollos que se me están descongelando del super porque no hay luz, si quiere los usa". Ese fue el mejor pollo frito que he probado en mi vida!!! Daniel Gallardo hasta chupó el hueso.
Terminamos el sábado a las 9.30pm más o menos, nos dolía hasta el pelo pero en el corazón había una espina: no podemos irnos y ya. Tenemos que regresar. Bajamos a San José a reclutar más voluntarios y conseguir más provisiones.
Ya con el corazón hecho un puño, mi oración ese domingo, y hasta hoy, es que Dios les de paz a todas esas personas y le de fuerzas a los equipos de trabajo.
Regresamos el domingo a más de lo mismo, cocinar y entregar comida. Mi hermana y otros amigos se encargaron de poner una sonrisa en los miembros de los equipos de rescate, "después viene por el postre, el tres leches está delicioso" El humor fue la herramienta ideal para aliviar un poco la tensión, habían pasado varios días y el trabajo seguía igual de duro. Vara Blanca Lounge abrió sus puertas al público ese domingo: con una pila de ladrillos que estaba ahí, varios amigos construyeron una banca con respaldar y demás.
-"Ocupan gente que duerma aquí para preparar el desayuno a las 5am"
-"Voy a pedir permiso" Ni siquiera lo pensé, no había nada que pensar...mi corazón estaba en ese lugar, mi trabajo podía esperar media mañana.
Después de rastrear a mi jefa, hablé con ella y le expliqué la situación. Permiso concedido, nunca tuve dudas, sin embargo había que confirmarlo.
Pasamos la noche conversando con los policías, ofreciéndoles café para calentarse en ese frío tan increíble. Decir que dormí esa noche es mentir, cerré los ojos y a ratos mi mente se fue a pasear..pero el frío y la incertidumbre de esa zona no me dejaron descansar.
A la mañana siguiente, quebré 180 huevos (el dato me sorprende)para preparar los huevos del desayuno. Una vez que todos habían desayunado, llegó el equipo relevo, una pareja con sus hijas y otros dos muchachos...hicimos el cambio de turno y de vuelta a San José.
Sentada en mi escritorio mi corazón sigue en Vara Blanca, en la necesidad que existe ahí y lo poco útil que soy aquí.
Trasnochada y oliendo a humo todavía, mi corazón se siente contento porque fui luz en medio de la oscuridad ahí. Porque nuestro servicio marcó la diferencia para esas personas y porque no hay dinero que pueda comprar la satisfacción de saber que cumplo el propósito para el que nací.
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